IGUALDAD, DIVERSIDAD E INCLUSIÓN, MOMENTO A MOMENTO
Comparte una breve historia sobre algún momento de tu vida en que te hayas sentido excluido o tratado de forma diferente a los demás, y sobre el efecto que esto tuvo en ti a corto y quizás, a medio o largo plazo.
Con esta sencilla invitación comenzamos el entrenamiento en Igualdad, Diversidad e Inclusión.
Las historias fueron breves -no más de un minuto-, pero el aprendizaje y el impacto profundo: Qué fácilmente podemos ser heridos y excluidos. Y qué fácilmente podemos herir y excluir a otras personas.
Nuestra mente filtra, en aras de la supervivencia y de forma automática e inconsciente, nuestra percepción de los otros como iguales o diferentes. Esta comparación continua es una ventaja evolutiva que se vuelve en nuestra contra en la vida cotidiana, causando dolor y sufrimiento y asentando la base de la discriminación y la desigualdad.
Y no son solo los rasgos evidentes – para esos, afortunadamente, tenemos leyes que nos protegen en términos de género, raza, discapacidad física, religión, orientación sexual…, sino toda una multitud de características que nos hacen diferentes y para las que no hay amparo en la legislación.
La pobreza, la lengua que hablas y cómo la hablas, el color de tus ojos, de tu pelo, el tamaño de tus pies, …pueden convertirse en fuente de exclusión. Basta una frase o una broma que apunte a la diferencia para sumir a alguien en una profunda soledad.
La igualdad, la diversidad y la inclusión dependen de nuestros pequeños gestos cotidianos, de cómo hablamos, de cómo miramos, de cómo sonreímos, pero no solo a los demás, sino a nosotros mismos: el cómo nos pensamos, nos vemos y tratamos tiene una poderosa influencia en cómo nos sentimos, y en la percepción del otro.
Establecer relaciones inclusivas e integradoras requiere un empeño deliberado. Requiere consciencia, intención y esfuerzo: consciencia para notar nuestras reacciones automáticas, intención para inclinar la mente hacia la amabilidad y esfuerzo para re-condicionarnos con nuevos hábitos de respuesta que sustenten la intención, que hagan de la amabilidad constancia.
¿No es esta la esencia del entrenamiento en Mindfulness?
El propósito último de las intervenciones basadas en Mindfulness es entrenar a las personas a adoptar y mantener una relación inclusiva e integradora con sus vidas, una relación sustentada en la consciencia, la intención amable y la aceptación.
Por otro lado, la experiencia del participante depende en gran medida de que, como profesores, encarnemos esa misma relación, depende del vínculo de aceptación y amabilidad consciente que establecemos con nosotros mismos y con ellos.
Igualdad, Diversidad e Inclusión están, en definitiva, en el centro de nuestro trabajo en Mindfulness. Comprender y profundizar en el alcance de su significado resulta prioritario en el desarrollo de competencias como profesores.